Las grasas tienen el mismo objetivo que el aceite: Reducir la fricción y el desgaste de dos superficies en movimiento para así reducir la cantidad de calor que genera. Las grasas poseen coeficientes de fricción más bajos que los aceites que se utilizan en su fabricación, por tanto, se consumirá menos energía utilizando grasas que aceites.
Cuando los aceites se calientan su coeficiente de fricción aumenta considerablemente. Lo mismo ocurre cuando se calientan las grasas, pero en menor grado. Por ejemplo, un cojinete lubricado por una grasa funcionará a una temperatura menor y por tanto consumirá menos potencia, de manera que en una instalación donde existan muchos cojinetes el ahorro de potencia puede ser importante.
Las grasas pueden tener diversas funciones:
a) Impedir que elementos contaminantes (polvo, impurezas, agua, gases corrosivos, etc.) entren en las partes lubrificadas.
b) Prevenir fugas, goteras y deyecciones no deseadas del producto.
c) Reducir la frecuencia de lubricación.
d) Reducir el ruido provocado por el desgaste de las máquinas.
La mayoría de las grasas se utilizan en cojinetes con rodamientos, cintas transportadoras, rodillos, grúas de elevadores, motores eléctricos, cajas de cambios, etc. Será necesario emplear una grasa siempre que el mecanismo a lubricar ofrezca dificultades importantes en cuanto a la posibilidad de retener consigo el aceite, o cuando el ambiente de trabajo sea especialmente nocivo, debido a la presencia de polvo, humedad, etc. También se emplearán grasas cuando el mecanismo sea de difícil acceso, lo cual dificultará las tareas periódicas de reposición o cambio de aceite.
Dependiendo de la aplicación, una grasa deberá de tener las siguientes propiedades: A temperaturas bajas tendrá que ser blanda y fácil de extender; y a temperaturas altas deberá ser resistente al goteo. También deberá ser compatible con la pintura, plásticos y elastómeros (juntas, anillos de cierre, etc.).
Las desventajas que presentan las grasas son su extraordinaria sensibilidad al exceso de calor (las grasas convencionales no suelen soportar temperaturas elevadas) y su incapacidad para realizar tareas de refrigeración de los mecanismos que lubrican.