El temple o templado se define como la acción de enfriar de forma brusca un material que ha sido calentado por encima de una determinada temperatura. Aplicado a metales, se referirá a la acción con la cual mediante el calentamiento y posterior enfriamiento brusco se consigue dotar a los mismos de unas determinadas características (normalmente de dureza y/o elasticidad).
Así pues, los procesos de temple o revenido son muy empleados en transformación metalúrgica a fin de aportar dureza o resistencia al desgaste y corrosión a las piezas trabajadas.
Dependiendo del material, tamaño y forma de las piezas a templar necesitaremos un fluido de temple u otro. Su capacidad de enfriamiento, pero también su viscosidad serán determinantes a la hora de conseguir grados de dureza mayor o menor y más o menos uniformes.
De este modo, por ejemplo, si se deseara dotar de cierta dureza a hojas de cuchillería, se recomienda un fluido ligero con elevada velocidad de enfriamiento, para que no deforme la lámina y aporte niveles de dureza buenos y uniformes como IBERTEMP-HS. Sin embargo, si se quisieran templar piezas de aceros aleados medianas o grandes como engranes con cierta resistencia plástica al desgaste, podríamos precisar un fluido algo más viscoso y que enfríe más lentamente como IBERTEMP-MS-50.
Generalmente se emplean como fluidos de temple, aceites como los anteriormente mencionados, u otros como IBERTEMP-MS, IBERTEMP-LSX, IBERTEMP-S-110HS… Cuyo uso se recomendaría dependiendo de la aleación, uso final y dimensiones.
Otro tipo de fluidos útiles para el temple serían los llamados agua-polímero (o polímeros) como IBERTEMP-I o IBERTEMP-I-PLUS (con mayor protección anticorrosiva), que dependiendo de su concentración permiten diferentes grados y tipos de temple.