¿Sabe que… el mejor lubricante no siempre es el más óptimo para su automóvil?
El cambio de aceite es una de las operaciones de mantenimiento del automóvil más frecuentes. El lubricante es un producto que tiene una gran incidencia no sólo en el rendimiento, sino también en el cuidado y protección del motor y en su vida útil.
La calidad de los aceites y la tendencia de los fabricantes a diseñar automóviles que impliquen menores costes de mantenimiento han ido alargando la vida útil de los lubricantes y retrasando sus periodos de cambio.
Estas circunstancias están afectando tanto a los aceites de base mineral como a los sintéticos. Las diferencias entre ambos surgen en el mismo momento de su fabricación.
Un aceite de base sintética se obtiene mediante una reacción química producida por la modificación de las condiciones de presión y temperatura de pequeñas moléculas de compuesto de carbono, como el propileno o el etileno. A partir de este proceso se obtienen moléculas más complejas con grandes propiedades lubricantes.
Los aceites minerales están constituidos por bases de fabricación convencionales, mediante destilación, extracción e hidro-tratamiento, lo que permite obtener un producto con un alto grado de lubricidad y una excelente relación entre costo y beneficio.
Altas prestaciones para mayor potencia
Sin embargo, la elevada tecnología de los modernos motores, así como su mayor nivel de exigencia, han provocado que el consumo de aceites sintéticos haya registrado un significativo aumento.
Estos aceites están especialmente recomendados en servicios muy severos o en condiciones de temperaturas muy extremas, y presentan periodos de cambios muy prolongados. En comparación con los lubricantes de base mineral, los sintéticos ofrecen una mayor resistencia a la oxidación, lo que prolonga su vida útil, y mantienen sus propiedades a bajas temperaturas, presentando un punto de congelación muy bajo.
Asimismo, su alto índice de viscosidad permite que operen en un mayor rango de temperaturas. Además, su baja volatilidad influye notablemente en el consumo de aceite del vehículo y la alta estabilidad térmica ofrece una mayor resistencia frente a las altas temperaturas, sin olvidar el bajo índice de residuos que deja en los pistones.
Los motores de inyección directa, tanto de gasolina como diésel, caracterizados por su alta potencia específica y bajo nivel de aceite en el cárter, requieren un lubricante con mayores prestaciones. El aumento de la potencia de los motores ha multiplicado sensiblemente el esfuerzo térmico al que se somete a los aceites, lo que ha obligado a incrementar las prestaciones de los lubricantes para estar a la altura de estas nuevas exigencias.
Las necesidades de lubricación de los motores diésel de inyección directa exigen aceites capaces de trabajar a altas temperaturas del motor y muy resistentes térmicamente, algo sólo al alcance de los lubricantes de alta calidad.
Todo ello tiene una gran influencia en las tendencias en el consumo de lubricantes, pues los motores TDi representan más del 40% de las ventas de turismos.
Eficacia, costes y beneficios
Los motores de inyección directa de gasolina precisan también de aceites sintéticos para conseguir emisiones más bajas, una mejora en la potencia y en la respuesta del motor, así como un ahorro en el consumo.
Los constructores de automóviles exigen mayores prestaciones de los lubricantes, no sólo en lo que respecta a la disminución de los costes de mantenimiento, al tener plazos de sustitución más amplios, sino, también, en lo referente a las propiedades de los propios aceites. Las nuevas generaciones de automóviles comienzan a llegar equipados con programadores que controlan, entre otras cosas, los periodos de cambio de aceite.
Todo indica, pues, que el consumidor final optará cada vez más por los aceites sintéticos de altas prestaciones, dada la mayor eficacia de estos lubricantes, su coste y los beneficios que aportan.